SOBRE EL MIEDO Y LA MOTIVACIÓN
Me he debatido entre dos temas sobre los cuales escribir el siguiente texto:
el miedo y la motivación. Y he decidido que quizá pueda aunar los dos y extraer
unas reflexiones cuquis, que le puedan ser de utilidad a alguien. Es increíble la
infinidad de cosas a las que se puede tener miedo, desde los miedos más
ridículos y absurdos hasta las fobias extremas. El miedo forma parte de la gama
de emociones no sólo del ser humano sino del ser animal. El miedo es algo
natural, pues y la persona que no tiene miedo es muy probable que no sea
humana. Tenemos miedos desde la infancia, probablemente desde el vientre
materno hasta, me atrevo a decir, el lecho de muerte. El temor a la misma
muerte es, sin duda, uno de los más angustiosos. Es el temor a lo desconocido,
a algo que uno sabe, a ciencia cierta, que sucederá irremediablemente, sobre lo
que no se tiene ningún control. El mayor de los misterios. Pero hasta que la muerte ocurra, experimentamos otros miedos, varios, los cuales conviven con
nosotros, a algunos nos enfrentamos, y otros los dejamos habitar, dependiendo del
impacto y, siendo prácticos, del grado en que afecte nuestra vida diaria. El miedo, muy a menudo, es el síntoma que
anticipa una situación que percibimos peligrosa. El chantaje o el control
social explotan el miedo maléficamente. Me llaman la atención los miedos
sociales, aquellos que derivan de la interacción en sociedad: miedo a caer mal,
miedo a ser malinterpretado, miedo a ser incorrectamente percibido, miedo a
hacer el ridículo son algunos ejemplos. Por otro lado, los miedos que se
generan en relaciones y comunicaciones interpersonales también son más comunes
de lo que podamos admitir: miedo a resultar aburrido, miedo a resultar pesado, miedo a la ofensa, a ofender o ser ofendido.
Todos los miedos, tanto los sociales como los interpersonales, se agrupan en un
único miedo definido: el miedo al rechazo.
Mi pregunta clave es: ¿Por qué el actual auge
de los motivational coaches, speakers, influencers, public figures y cuentas
motivacionales con frases del estilo "Sal
a comerte el mundo, que tú lo vales"? Tiene que ver con la tendencia moderna
de externalizar y capitalizar los problemas de salud emocional. Nos hemos
transformado en seres incapaces de motivarnos a nosotros mismos, mucho menos a
los demás, así que profesionalizamos una función que perfectamente podía hacer
un pariente o un amigo (un amigo real, no una amistad de Facebook). La opción
para quienes no quieran / puedan desembolsar un duro son las cuentas motivacionales
en Instagram, por ejemplo. Llevan rótulos que se leen sobre imágenes de modelos
y actores con status de estrella mundial, trajeados y acompañados de artículos de lujo como un
vehículo de alta gama. Will Smith o Brad Pitt son dos clásicos. El intercambio es fácil, yo recibo una o
varias dosis de motivación y el milagro sucede: tengo capa de superhéroe, y
como superhéroe no sólo nada temo, sino que tengo superpoderes. Y me los creo
en una suerte de autosugestión. Porque si me repiten veinte veces que yo puedo
y que yo valgo, me lo tengo que creer.
Porque, efectivamente estoy volando y los demás pueden ver que vuelo, y
eso es lo importante. Como resultado de dicha transformación metafísica, los
miedos teóricamente desaparecen, a veces
incluso sin habernos enfrentado a ellos. En muchas ocasiones nos enseñaron o
aprendimos a disimularlos. Con los coaches se puede hacer lo
mismo pero con más pericia y de forma más eficaz y productiva. Y ¿qué es lo contrario
de ser rechazado? Ser deseado, ser admirado.
¿Nos convertiremos en sociedades compuestas de falsos superhéroes, deshumanizados porque no experimentan miedo alguno
sino una fabricada inflada autoestima? Nótese la retórica de la pregunta. Hubo
quienes ya se comieron el mundo, no motivados por un coacher sino por hambre
existencial, y el mundo les supo agridulce. Incluso les dio ardor de estómago.
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